lunes, 23 de noviembre de 2009

"NO"

La tarde era gris, fría y joven. La zona de tiendas estaba muy concurrida, y las luces de los escaparates atraían la atención de la gente al pasar. Algunas personas llevaban ya varias bolsas repletas de ropa y regalos. Otras acababan de llegar.
La Compradora no llevaba bolsas. Tan solo el periódico, que sostenía bajo el brazo derecho. Tenía la cara prácticamente envuelta en una bufanda de lana gruesa y caminaba decidida, con un destino claro.
El Comisionista llevaba un tiempo observándola, esperando a que se acercase lo suficiente. Cuando ella llegó a su altura, le salió al paso.
-¡Muy buenas tardes! –saludó sonriente-. Ven, que te enseño una promoción…
La Compradora se giró, sobresaltada por un instante. Reticente, dio un rápido repaso con la mirada al hombre que le sonreía, y aún pudo abarcar el improvisado puesto en el que se exponían varios ejemplares del mismo periódico que ella misma llevaba. Sin embargo, pronto se recompuso, dispuesta a proseguir con su camino.
-No gracias, tengo prisa –mintió.
El Comisionista no se dio por vencido.
-Venga, mujer, que no te voy a robar mucho tiempo –le soltó, en tono jovial-. Además, te va a interesar…
La Compradora se debatió entre la reticencia y una mezcla de educación y curiosidad, pero fue más fuerte esta última, y terminó por acompañar al hombre al puesto, no sin cierto fastidio en el gesto.
-Verás –comenzó el Comisionista-, me he fijado en el periódico que llevas bajo el brazo. ¿Sueles comprarlo a menudo?
-Sí. Siempre.
-¿Siempre compras el mismo?
-Sí.
La sonrisa en el semblante del Comisionista se ensanchó, señal de que había oído lo que quería. La Compradora lo percibió, y sin saber por qué, aquello no le gustó. Se sintió como si hubiese metido la pata.
-La cosa es –continuó el Comisionista-, que estamos promocionando una suscripción anual al periódico, con la cual te ahorrarías un treinta por ciento del coste.
Así que era eso, pensó ella.
-No me interesa –no se iba a dejar embaucar. Se dispuso a despedirse para alejarse de allí.
-Espera –la detuvo el Comisionista, con determinación-. Estamos hablando de ahorrarte más de cien euros al año. Además, lo recibirías en tu casa a la hora deseada, sin gastos de envío añadidos. ¿Qué inconveniente le ves?
La Compradora se quedó, pero se estaba impacientando.
-Ninguno, pero no me interesa –en su tono de voz había nerviosismo.
-Pero, ¿qué es lo que no te interesa?
La Compradora dio un paso atrás. El Comisionista dio un paso adelante. Y, en medio de aquella singular danza, ella contestó lo primero que se le ocurrió.
-No quiero compromisos. Compro el periódico cuando yo quiero.
-Pero, si lo compras todos los días –había un matiz de burla en la voz del Comisionista.
-Ya, pero no me interesa. Gracias –opuso la Compradora, decidida a alejarse de allí. Ya no recordaba a dónde tenía que ir; solo quería escapar. Estaba muy inquieta.
-¡Estábamos regalando un viaje a Nueva York con la suscripción! –dijo a viva voz el Comisionista, en tono jocoso, mientras la Compradora se alejaba.
Ella, sin embargo, no se detuvo. A medida que se alejaba del puesto, fue recobrando la calma. Poco a poco, se fue sintiendo cada vez más satisfecha consigo misma. No se había dejado engañar por aquel embaucador. Había sido más lista que él.
No obstante, en su mente comenzó a repiquetear con insistencia una sola pregunta: ¿Sería cierto lo del viaje a Nueva York?

1 comentario:

  1. jejeeje ese jon!!! me gusta tu retorica, y esta historia tan familiar... es muy gracioso, sigue asi.

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