domingo, 27 de diciembre de 2009

PRÓSPERO AÑO NUEVO

Estimado paciente, el nuevo año por fin se acerca. Es el momento de recordar los buenos y los malos momentos vividos en este que ya toca a su fin, y de hacer balance. ¿Qué tal te fue?
Si el año ha sido bueno, seguro que tu intención es prolongar la buena racha, y mejorarla, si es posible. De lo contrario, seguro que te has fijado como objetivo marcar un punto de inflexión. Este año intentarás vivir todas las cosas que te perdiste el pasado; dedicarte a todo aquello que te viste obligado a dejar de lado.
En cualquiera de los casos, en estas fechas has recuperado el contacto con personas a las que el resto del año no pudiste ver; personas con las que, sin siquiera darte cuenta, fuiste perdiendo el contacto, y con las que, ahora que vuelves a estar, has recuperado momentos inolvidables. Y, claro, te has propuesto compartir con ellas más momentos en este año venidero.
Además, muchos son los proyectos con los que afrontas este nuevo principio. Proyectos que te ilusionan, y que te llenan de energías. Estás seguro de que esta vez sí, lograrás llevarlos a cabo, pues tal es la determinación que te guía en estos momentos, que sientes que es imposible que no lleguen a buen puerto. Casi estás deseando que se acaben ya las fiestas para emprenderlos al fin.
Has pedido muchos deseos que esperas, igualmente, ver cumplidos. Si fumas, y te despiertas con una incómoda tos, querrás dejar por fin el tabaco. Si te sobra peso, y al mirarte en el espejo no te gusta lo que ves; o sufres cada vez que aprietas el paso para llegar a tiempo a cualquier parte, estarás dispuesto a comenzar una dieta que hará de ti una persona nueva. Si no te atreviste a hablar con esa persona con la que siempre te cruzas, y que te parece tan especial, desearás que este año se fije en ti. Si te pasaste el año tratando de cuadrar unas cuentas que no cuadraron, esperarás tener más suerte con los juegos de azar. Y, sin embargo, ninguno de esos deseos se verá cumplido.
Porque, seamos sinceros, si no pasaste más tiempo con aquella gente con la que perdiste el contacto, fue porque no quisiste; y el esperar al nuevo año para emprender tus proyectos es tan solo una excusa para no llevarlos a cabo aún. No dejarás de fumar simplemente por el hecho de que desearlo esté bien visto, y los efectos de la dieta comenzada en enero no serán visibles ya cuando en marzo te hayas hartado de ella. La persona que deseas nunca se fijará en ti si tú no hablas con ella y, presumiblemente, tu principal fuente de ingresos no será la lotería.
Procura, pues, escoger con cuidado tus deseos. Procura, asimismo, que éstos sean pocos, para que tengan la suficiente fuerza como para perdurar en el tiempo. Porque, estimado paciente, después de la Navidad llega la cuesta de enero, y si tus ilusiones han de seguir vivas para entonces, habrás de alimentarlas con trabajo. Las cosas no te ocurrirán si tú no las provocas.
Feliz Navidad. Y Próspero Año Nuevo.

sábado, 26 de diciembre de 2009

El justiciero

Queridos niños.
Supongo que ya os habrán llegado la mayoría de los regalos, o como mucho os queda alguno de algún familiar lejano o que no veis a menudo. Pero no os hagáis ilusiones porque no serán regalos, será algún detalle. No se habrán molestado en dejar los anuncios y pensar que os podría gustar para pedírmelo, habrán llamado a vuestra madre para informarse y así ella ahorrarse el dinero de una camiseta, un pantalón o como mucho, una chamarra.
También espero que os hayan gustado los regalos, sobretodo a los que os he traído cosas como libros, el Pictionary, o un balón de baloncesto de Decathlon. Vosotros sabréis lo que habéis hecho durante el año, a muchos de vuestros compañeros de clase le he llevado la Play Station 3, ya que sus padres me la han pedido. Supongo que porque se han portado bien, o porque sus padres les quieren más que ha vosotros. Así que si la queréis para el próximo año cambiar vuestra actitud. Y aunque todavía tengáis la esperanza de los Reyes Magos, sólo os digo, que la esperanza es lo último que se pierde.

Un fuerte abrazo: Olentzero

domingo, 20 de diciembre de 2009

SUGESTIONABLE

Estoy viendo la tele mientras espero a que Papá y Mamá terminen de vestirse. Dan anuncios. Ahora mismo, precisamente, estoy viendo el coche teledirigido que siempre he soñado. Tiene seis ruedas para poder correr por todo tipo de terrenos, y es imposible que vuelque (tal y como me informa la voz en off del anuncio). Además, es el más rápido del mundo, así que nadie me podrá ganar en las carreras. Me voy a ganar el respeto de todo el mundo en el cole. Mis padres se asoman a la puerta con un “venga, vamos”; pero yo les señalo a la tele sin decir nada, para que vean el coche. Papá se acerca, pero después de unos segundos, apaga la tele.
“Tenemos que irnos”, dice. Parece que no me lo va a comprar.
“Es el mejor coche del mundo”, digo entonces. “Se lo voy a pedir a los Reyes”. Si mis padres no me lo compran, seguro que al menos los Reyes Magos me lo traen. Ellos siempre han sido buenos conmigo.
“Tu hijo es demasiado sugestionable”, le dice Papá a Mamá, sonriente. Ella me mira como si tuviese una paciencia infinita. Yo les miro a los dos, pero no sé qué decir. Ni siquiera sé lo que significa “sugestionable”, así que me levanto sin abrir la boca.
La Nochevieja por fin ha llegado, y cenamos en casa de los abuelos. Este año la espera se me ha hecho un poquito más larga que otros (dicen Papá y Mamá que es porque soy un vago y no quiero apuntarme a actividades extraescolares; que me he pasado el año mirando a las musarañas, eso dicen). El caso es que hace unos días ya que nos dieron las vacaciones en el cole, y estoy muy contento porque estas fechas me encantan. Como a Papá también le han dado las vacaciones, hemos estado saliendo los tres (mi hermano ya no viene porque ahora dice que salir con Papá y Mamá es un rollo de enanos, pero yo me lo paso muy bien con ellos… la verdad es que mi hermano está muy raro últimamente). Llegamos a la ciudad, que en diciembre parece que esté en blanco y negro; como una de esas pelis que les gustan a mis padres, pero que a mí me aburren porque nunca se acaban (de hecho, creo que si este año se me ha hecho más largo, en realidad es porque he visto muchas de esas pelis). Paseamos entre la gente. Todo el mundo está muy contento estos días, porque como no tienen que ir a trabajar, tienen tiempo para hacer cosas más importantes, como ver a sus familias. A Papá y a Mamá les gusta entrar a las tiendas, y hoy salen de ellas con un montón de cosas; aunque la mayoría de ellas no me las dejan ver. Supongo que serán cosas de mayores.
Luego, paseamos por las calles, aunque en realidad no vamos a ningún sitio. Pasamos cerca de un puesto de castañas asadas, y yo me paro, porque me encanta su olor. Entonces, miro a Mamá durante un rato, y aunque no le pido nada porque soy muy educado, ella me acaba pidiendo un cucurucho que hay que tomar con cuidado de lo caliente que está. Dice Mamá que tengo una mirada muy poderosa. Yo no entiendo cómo puede tener poder una mirada; y menos la mía, que siempre he llevado gafas.
Cuando llegamos a casa de los abuelos, cenamos con el resto de la familia. Yo me lo paso muy bien, porque en el resto del año apenas les puedo ver, y me hace ilusión. Además, la cena está riquísima. No sé por qué Mamá se enfada tanto cuando le digo que la abuela (que es la mamá de Papá) cocina unas cosas más ricas que las que cocina ella. De hecho, las comidas de Navidad son una de las cosas que más me gustan de estas fechas. Como soy el más pequeño, después de cenar el abuelo me sienta en sus rodillas y cantamos villancicos; y los tíos cantan con nosotros, pero el tío José siempre desafina. Dice Mamá que es porque bebe mucho vino. Se ve que el vino es malo para cantar, pero el tío José no lo debe de saber, porque siempre lo bebe antes de empezar a cantar. Alguien debería decírselo.
A la abuela le gusta coger el mando de la tele. También le gusta Ramón García, y cuando el abuelo no nos oye me dice lo guapo que está con la capa puesta. De todas formas, a mí no me parece que al abuelo le importen mucho esas cosas; seguramente porque después de tanto tiempo juntos, la debe de querer mucho, más o menos como a una hermana. Cada vez que ella se llena la boca de uvas a la vez que intenta cantar las campanadas (con lo cual acaba escupiendo pedacitos de uva a toda la familia), el abuelo deja de comer las suyas. Para que ella tenga más, claro.
Después de las uvas, empiezan a dar anuncios y todo el mundo quiere cambiar de canal, pero la abuela se aferra al mando como si fuese un tesoro. Entonces, ponen un anuncio que yo no entiendo muy bien, porque apenas hablan. Sólo sale un coche con un conductor que parece muy contento, y al final, pregunta: “¿Te gusta conducir?”. Yo no le hago mucho caso, pero a Papá parece gustarle mucho. Me mira a mí, y luego mira de reojo a Mamá, pero no dice nada. Siguen dando anuncios. El abuelo bromea con el tío Miguel. La abuela sigue comiendo las uvas que han sobrado, ahora con más calma, eso sí. El tío José sigue bebiendo, señal inequívoca de que se está preparando para cantar de nuevo.
Siguen dando anuncios.
“Cariño, el coche viejo cada vez me da más problemas”, dice al fin Papá.
Mamá suspira, como si tuviese una paciencia infinita. El nuevo año ha comenzado, y siguen dando anuncios.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La Catástrofe


La sociedad, ignorante, tiende a olvidar el pasado, causa inevitable del presente. Por esa razón estamos tan perdidos. En realidad, procuramos no planteárnoslo demasiado a menudo, no sea que nos inunde la nostalgia de lo tenido.
La fotografía simboliza una catástrofe. No realmente. Refleja lo que podría llegar a ser una catástrofe. La imagen refleja el proceso que, si el tornado quiere, podría terminar en catástrofe.
Y ahora, un inciso y dos preguntas:
-¿Sabe alguno de vosotros lo que es una catástrofe?
-¿Puede el término catástrofe tener una connotación positiva?
Supongo que no tenéis ni la más mínima idea. Corred a la RAE y podréis comprobar que no solucionará vuestra duda. La sociedad olvida sus origenes. Si esta fuera una pregunta de examen, estaríamos jodidos. Pero no lo es. Es aún peor. Aún peor que un examen suspendido. Es una asignatura suspendida. Hemos suspendido en Historia, señores. Lamentable.
Y así nos va. Mal. Muy mal. Y no quiero imaginar lo mal que les irá a nuestros hijos e hijas. Mal. Fatal. Heredarán el mayor marrón de la historia. Marrón mierda. Marrón tordo. Marrón chorongo. Da vergüenza ajena leer esas tres expresiones. No obstante, no nos importa leer que nos estamos cargando el planeta, que muere un niño cada seis segundos a causa del hambre o que nuestros representantes políticos saquean las arcas públicas con el consentimiento ciudadano, que haría lo mismo si pudiera.
El tornado de la imagen somos nosotros. La casucha, a punto de sucumbir ante el poder desestabilizante del viento, somos nosotros, también. Es decir, vivimos en una guerra en la que luchamos nosotros contra nosotros. Estamos enfermos. Esquizofrénicos. Y esa enfermedad crónica va a acabar con nosotros, a no ser que nos mediquemos.
Hay esperanza. Porque con lo que no se contaba es con que una catástrofe no significa necesariamente un final negativo. Puede ser de naturaleza feliz. Un final feliz. Si, señores. Está en nuestras manos. Final feliz o final triste. Convertir el problema de esta desgraciada sociedad en una catástrofe feliz o en una triste catástrofe. ¿Habéis elegido ya?

lunes, 7 de diciembre de 2009

Él lo sabía

Durante mis primeros años en la consulta privada, tuve que aceptar diferentes trabajos, aunque no fuesen mi especialidad. Uno de ellos me lo encargó la universidad para un alumno que después de 1º de Publicidad, había empezado 2º.
El rector no podía creerse que no guardase buenos recuerdos del primer año. Según le contaron, el alumno se ponía a pensar que cada día que llegaba a clase, solo quería que pasasen las horas lo más rápido posible, siempre con la esperanza de que los profesores de ese día no pudiesen impartir clase. Y cada domingo a la noche deseaba que llegase pronto el jueves. Y aunque recordase buenas sensaciones, él sabe que no son reales, y cuanto más tiempo pasaba, más confortable sentía esos recuerdos. Esto sin incluir los días en los que incluso cogía con ganas el autobús esperando ver a la chica, que aunque sabía que nunca conocería, el mero hecho de poder mirarla le daba serenidad en los viajes a la facultad, pero ese tipo de sentimientos también los achacaba a una manera que tiene el cuerpo humano de defenderse del estrés.
Un día mientras el alumno bajaba del autobús sorteando la gente que esperaba y la que salía, cerró los ojos para parpadear y al abrirlos se encontraba tumbado en una camilla entrando a mi quirófano. Le seguí, entré, y le dije porqué y por quienes estaba ahí. Él lo comprendió y también pensó que sería lo mejor para él. Seguimos hablando un rato y cuando iba a empezar la lobotomía me dio un dvd con vídeos entre los que se encontraba el que le hizo ver sus recuerdos de una manera más "objetiva", como decía. Tenía como título "Él lo sabía", y me dijo que si no quería verlo, que no lo viese, pero lo vi, y me siento con la necesidad de enseñar a todos el video. Eso sí, si no lo queréis ver, no lo veáis.


Video de Youtube, Michi Panero lo sabía

domingo, 6 de diciembre de 2009

VACÍO

Había caído ya la noche cuando el Publicista terminó su obra. Había pasado varios días trabajando en ella sin descanso, y cuando por fin dio por concluida su tarea, se separó de ella unos pasos para poder contemplarla en todo su esplendor. La escultura se le antojó excelente. Era imponente en sus formas, impecable en los detalles, y cada palmo de la misma destilaba una belleza conmovedora. La rodeó lentamente en un paseo triunfal para poder verla desde todos los ángulos, sin ánimo de ocultar el inmenso orgullo que le inspiraba. Era la mejor obra que jamás había creado.
El Artista permanecía inmóvil, con un gesto indescifrable en la cara. Finalmente, el Publicista se giró hacia él con una mirada inquisitiva; y éste, sin mediar palabra por el momento, avanzó hacia la escultura y extendió la mano para tocarla. No obstante, se detuvo cuando ya casi la podía rozar.
-¿Puedo?
-Por favor –consintió el Publicista.
El Artista acarició la enorme obra, y sus manos expertas leyeron las rugosidades y relieves de la misma como si de un libro abierto se tratase. Y a medida que los segundos pasaban, su gesto se fue tornando más y más grave. Finalmente, golpeó con los nudillos la superficie suavemente, prestando atención al sonido que emitía.
-No la presentes –dijo, en tono severo.
-¿Cómo dices? –el Publicista no daba crédito a lo que oía-. ¿Y qué pretendes que haga con ella?
El Artista no rebajó un ápice su seriedad.
-Te sugiero que la destruyas –concluyó-, o será ella la que acabe por destruirte a ti.
El Publicista se indignó al escuchar aquellas palabras.
-No sabes lo que dices –gritó, rojo de cólera-. Tan solo tienes envidia porque he creado una obra más bella de lo que tú nunca podrás hacer. Lárgate de mi taller. Te haré llegar una invitación a la presentación, para que puedas palidecer de la misma envidia que ahora te corroe.
El Artista, entristecido, caminó hacia la puerta. Al abrirla, se giró, dispuesto a decir algo; pero sus ojos dieron con la iracunda mirada de aquél a quien había considerado un amigo, y cambió de idea. La puerta se cerró con suavidad, y el Publicista se quedó a solas con su obra maestra.

La preparación del evento fue casi tan ardua como la propia creación de la escultura. Sin embargo, el Publicista dominaba los medios y tenía muchos contactos de relativa influencia. Sabía perfectamente que el modo de vender el producto era más importante aún que el producto en sí; por lo que la presentación debía de tener una trascendencia sin precedentes. El museo más importante de la ciudad le cedió su sala principal, y consiguió involucrar a todo tipo de medios en una campaña que fue tomando una envergadura impensable. Para cuando llegó la fecha, todos los ciudadanos sabían ya de la presentación de su escultura.

El salón de actos del museo estaba abarrotado. El presentador hablaba a plena voz para desmarcarse del incesante rumor del público, que no podía contener su expectación. Miraban el telón que ocultaba la escultura con ansiosa curiosidad. El Publicista contempló a toda aquella gente, extasiado por la gloria del momento. Ni siquiera era capaz de pensar con claridad, ebrio de éxito como estaba; y un temblor recorrió sus manos mientras subía el telón para descubrir su escultura.
La belleza de la obra inundó la sala en un deslumbrante torrente que arrancó las entrecortadas ovaciones de los asistentes, demasiado conmovidos aún como para poder aplaudir abiertamente. El Publicista se concentró en apreciar las reacciones de cada uno de los asistentes, alimentándose de ellas; y tras unos instantes, se acercó a la escultura para pronunciar su discurso. A continuación, todo ocurrió muy rápido.
Posó una mano sobre la escultura para acariciarla. Era un gesto que había ensayado en innumerables ocasiones al preparar aquel discurso. Se giró hacia su público para pronunciarse. Sin embargo, los semblantes de los allí reunidos pasaban de la admiración a la sorpresa. Se volvió hacia su gran obra para ver lo que ocurría. Y lo que vio le produjo escalofríos.
La fina y delicada superficie de la escultura se estaba resquebrajando, y una vez iniciado el proceso, sus efectos fueron devastadores. La inconsistencia de la obra era tal, que una vez abierta la primera grieta, la estructura no fue capaz de soportar su propio peso; y pedazo a pedazo, se convirtió en un enorme montón de escombros. El Publicista observó los restos de su obra sin aliento. De pronto, el presentador, el público y la sala se le antojaron lejanos, casi irreales. Todo cuanto le rodeaba fue perdiendo consistencia rápidamente… y entonces, se desmayó.

La sala estaba prácticamente vacía ya. Las últimas personas la abandonaban bajo la velada mirada del Publicista, que permanecía sentado en el suelo, derrotado. Aún trataba de asimilar lo que había ocurrido. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos, que no advirtió a la persona que se le acercaba hasta que le posó una mano consoladora sobre el hombro.
-Recibí tu invitación –le dijo el Artista. No había burla en su voz. Tan solo tristeza.
-Tú lo sabías –recordó el Publicista, volviéndose lentamente hacia su viejo amigo.
El Artista no contestó inmediatamente. Suspiró profundamente, escogiendo sus palabras con cuidado.
-Traté de advertirte –afirmó por fin-. Tu obra era impecable, excelente…, en su exterior. Pero en su interior, no tenía una estructura lo suficientemente sólida como para proteger o respaldar su belleza exterior. Simplemente, no tenía consistencia. Estaba hueca, vacía.
El Publicista hundió la cabeza entre sus rodillas, abatido.
-¿Cómo pude ser tan idiota…?
-No te culpes –instó el Artista-. No podías saberlo. Mira a tu alrededor –hizo un gesto vago con el brazo que abarcaba toda la sala-. Esta sala, los medios, el público… Tú eres un publicista. Yo nunca habría sabido cómo lograr este impacto mediático. Pero del mismo modo, hay cosas que yo sé porque soy un artista, y que tú no puedes saber, porque no lo eres. Cuando vi la forma de tu escultura, y calculé su peso y grosor, supe que acabaría por romperse. Es el riesgo de crear una obra vacía. Pero tú no tenías el conocimiento suficiente.
El Publicista miró con tristeza los escombros que otrora fueran su obra maestra. Quiso llorar, pero no pudo. Él también estaba vacío.

lunes, 30 de noviembre de 2009

"La Burbuja" (Tomo Uno)

Una burbuja surge comprendida dentro de un continente que la contiene. Sin este continente, es físicamente imposible que exista la burbuja. Asimismo, un enfoque temporal aporta la siguiente conclusión: el continente debe existir en el momento en el que nace el contenido, es decir, el continente debe ser anterior a la burbuja. Si esto no sucediera en este orden, la burbuja no podría existir. Lógica aplastante.

Si yo fuera la burbuja, buscaría la manera de prolongar mi existencia. Y lo primero que se me ocurre, antes de nada, es proteger, como un fanático su santuario, el continente que me contiene. Instinto de supervivencia. A lo que muchos de ustedes añadirán: lógica aplastante.

De acuerdo. Más que nada porque creo que lo estamos.

No obstante, existen actitudes humanas incomprensiblemente autodestructivas. ¿Por ejemplo? Por ejemplo, fumar. Y, entonces, ¿por qué es un hábito tan extendido? Podría argumentarse que porque causa placer. De hecho, es lo que responderían gran parte de los fumadores, sino todos. Por lo tanto, dicha actitud autodestructiva causa placer, ¿no? Si esto es así, ¿en qué lugar queda la teoría de la burbuja?

Si el instinto y la razón nos empujan a prolongar nuestra existencia y sabemos que fumar la acorta, deduzco que nos causa placer acortar nuestra existencia. Conclusiones del estilo de estas, invitan a privatizar la Sanidad. El humano es tremendamente incongruente. Somos seres a los que, debido a casualidades biológicas, se les otorgó el don de la inteligencia, precedido del don de la estupidez, eso si. Por eso existe la creencia generalizada de que Dios existe: ¿cómo sino podríamos ser tan retrasados? -Fue Dios, que se aburría y pensó en cómo divertirse. Si nos hubiera creado para ser seres eficientes habríamos demostrado ya que no existe y… ¡oh, Dios mío! ¡Si demostráramos que Dios no existe, Dios desaparecería! Desaparecería el continente que nos contiene.

Por eso se esconde tan bien.

martes, 24 de noviembre de 2009

Dirty Susan


Creo que ya es hora de enseñaros mi última gran obra de la cirugía plástica. No ha hecho falta una gran inversión económica, sólo saber esperar el tiempo adecuado, dejando que todo fluya por su curso natural. Ha sido parecido a vender el vino más caro o poder volver a vender yoyos, que cada equis años salen en la tele, y vuelven a ser comprados por miles de niños en cada ciudad. Y encima ha hecho que la gente crea que ha dejado sus prejuicios a un lado y ha optado por la calidad, haciéndose creer que son entendidos. Perfecto, ¿verdad?
Todo empezó cuando una fea, vieja y despistada desempleada de Escocia se presentó a un casting de televisión para un programa de cantantes. Entró con el desparpajo que da la inseguridad, y los nervios de nunca haberte sentido aceptada. Todo el mundo estaba predispuesto a reirse en su cara sólo por verla entrar, como hacen los niños al ver a otros que son distintos a ellos. Ella pasó el apuro, e hizo lo que fue a hacer, cantar. Pero los más guapos, jóvenes y atentos se emocionaron al oirla, y también a modo de disculpa, porque Susan tenía una voz que no debía tener.
Esa solo fue la presentación en el programa, y no faltó tiempo para que se les afilasen los dientes a los productores que como los cerdos van oliendo por el campo buscando las preciadas trufas.
Estos buscadores de trufas sabían que la publicidad rodaba sin invertir dinero, dejando que los medios amarillistas hagan el trabajo, dándonos lo que queremos. Porque después de varios meses, Susan sigue teniendo lo que la naturaleza se equivocó al darle.
Seguramente, si llegan a conocer a esta señora unas semanas antes de que se presentase al casting, le hubiesen aconsejado que no se depilase el bigote ni los sobacos, para que viésemos todos la parte real de Betty, la fea. Pero algo se les escapó a estos señores. Quizá, haber pasado de ella unos años atrás.
Pero ahora toca recoger los frutos de tanto esfuerzo. Dentro de unos días sale a la venta el preciado disco, que ya ha batido records de ventas, y también comenzará la gira mundial que hará ganar a Susan casi 9 millones de euros. Esta vez el video no ha matado a la estrella de la radio, pero puede que tampoco esté muy lejos. Después de sus ingresos en clínicas psiquiátricas por la presión a la que está sometida y por la nueva vida que se le ha presentado, en la que ya no podrá charlar con sus vecinas, ni rezar para llegar a fin de mes.
La moraleja es que no se entendieron las moralejas de los cuentos infantiles de El patito feo ni de La oveja negra. Y aunque resistirse al dinero es muy difícil, Susan, podrías hacer la gira, llevarte los 9 millones y volver a tu barrio a cantar en la parroquia y a estar con tus vecinas antes de que te den la patada abandonada en un chalet del barrio de Chelsea. Y si haces eso, podrás comer cerdo antes de que otros coman tus bombones de trufa.

Pintura de Salvador Dalí:
Retrato de Mae West que puede utilizarse como apartamento surrealista
Link:
http://www.videposters.es/static/images/510x510-12174/Salvador-Dali-Il-volto-di-Mae-West-1934-35.jpg

lunes, 23 de noviembre de 2009

"NO"

La tarde era gris, fría y joven. La zona de tiendas estaba muy concurrida, y las luces de los escaparates atraían la atención de la gente al pasar. Algunas personas llevaban ya varias bolsas repletas de ropa y regalos. Otras acababan de llegar.
La Compradora no llevaba bolsas. Tan solo el periódico, que sostenía bajo el brazo derecho. Tenía la cara prácticamente envuelta en una bufanda de lana gruesa y caminaba decidida, con un destino claro.
El Comisionista llevaba un tiempo observándola, esperando a que se acercase lo suficiente. Cuando ella llegó a su altura, le salió al paso.
-¡Muy buenas tardes! –saludó sonriente-. Ven, que te enseño una promoción…
La Compradora se giró, sobresaltada por un instante. Reticente, dio un rápido repaso con la mirada al hombre que le sonreía, y aún pudo abarcar el improvisado puesto en el que se exponían varios ejemplares del mismo periódico que ella misma llevaba. Sin embargo, pronto se recompuso, dispuesta a proseguir con su camino.
-No gracias, tengo prisa –mintió.
El Comisionista no se dio por vencido.
-Venga, mujer, que no te voy a robar mucho tiempo –le soltó, en tono jovial-. Además, te va a interesar…
La Compradora se debatió entre la reticencia y una mezcla de educación y curiosidad, pero fue más fuerte esta última, y terminó por acompañar al hombre al puesto, no sin cierto fastidio en el gesto.
-Verás –comenzó el Comisionista-, me he fijado en el periódico que llevas bajo el brazo. ¿Sueles comprarlo a menudo?
-Sí. Siempre.
-¿Siempre compras el mismo?
-Sí.
La sonrisa en el semblante del Comisionista se ensanchó, señal de que había oído lo que quería. La Compradora lo percibió, y sin saber por qué, aquello no le gustó. Se sintió como si hubiese metido la pata.
-La cosa es –continuó el Comisionista-, que estamos promocionando una suscripción anual al periódico, con la cual te ahorrarías un treinta por ciento del coste.
Así que era eso, pensó ella.
-No me interesa –no se iba a dejar embaucar. Se dispuso a despedirse para alejarse de allí.
-Espera –la detuvo el Comisionista, con determinación-. Estamos hablando de ahorrarte más de cien euros al año. Además, lo recibirías en tu casa a la hora deseada, sin gastos de envío añadidos. ¿Qué inconveniente le ves?
La Compradora se quedó, pero se estaba impacientando.
-Ninguno, pero no me interesa –en su tono de voz había nerviosismo.
-Pero, ¿qué es lo que no te interesa?
La Compradora dio un paso atrás. El Comisionista dio un paso adelante. Y, en medio de aquella singular danza, ella contestó lo primero que se le ocurrió.
-No quiero compromisos. Compro el periódico cuando yo quiero.
-Pero, si lo compras todos los días –había un matiz de burla en la voz del Comisionista.
-Ya, pero no me interesa. Gracias –opuso la Compradora, decidida a alejarse de allí. Ya no recordaba a dónde tenía que ir; solo quería escapar. Estaba muy inquieta.
-¡Estábamos regalando un viaje a Nueva York con la suscripción! –dijo a viva voz el Comisionista, en tono jocoso, mientras la Compradora se alejaba.
Ella, sin embargo, no se detuvo. A medida que se alejaba del puesto, fue recobrando la calma. Poco a poco, se fue sintiendo cada vez más satisfecha consigo misma. No se había dejado engañar por aquel embaucador. Había sido más lista que él.
No obstante, en su mente comenzó a repiquetear con insistencia una sola pregunta: ¿Sería cierto lo del viaje a Nueva York?

Hola y adiós.

¿Qué busca la Publicidad? Sencillamente, venderte algo que no hubieras deseado comprar sin no hubiera sido publicitado. Nos es creada una necesidad anteriormente inexistente la cual nos impulsa a consumir, es decir, a lubricar el motor del Capitalismo. El sistema económico actual basa su crecimiento en el consumo. En el "hiperconsumo", para ser exactos. Esto es posible gracias a la concesión de créditos. Cierta variante del crédito es el "hipercrédito", gracias al cual se ha crecido durante los últimos nueve años (excluyendo, claro está, el último periodo de carácter recesivo) por encima de cualquier previsión. Pero, ¿qué función cumple la Publicidad en todo este embrollo? La Publicidad ha sido la encargada de crear esas necesidades inexistentes anteriormente citadas, sin las cuales el volumen de consumo que propició el desmesurado crecimiento económico mundial no hubiese sido posible. ¿Por qué? Porque si nadie hubiera engañado a la gente, la gente no hubiera comprado bienes y servicios de los cuales podría haber prescindido.

El Capitalismo no contempla el ahorro. "Hay que gastar". "Hay que gastar mucho". "Hay que gastar más de lo se tiene". "¿Qué cómo?"
-Pida un crédito o dos.
-Pero no tengo como pagarlos.
-¿Es eso una preocupación para usted?
-¿Debería serlo?
-No mientras la economía mantenga este ritmo de crecimiento.

Y va la Economía y se desploma. Y, ¿qué pasa con aquellos que no pueden afrontar esa hipoteca que tan alegremente habían firmado? Pasa que les dan bien por el culo. No os podeís imaginar lo violento de las acometidas. Hasta sangran por la fiereza de la penetración. Y mientras tanto, la Publicidad les frota las heridas con alcohol, explicándoles como han dejado escapar sus sueños. Se escapan sus sueños.

¿Y los ahorros? Quizá nos permitan sobrevivir durante una temporadilla. ¿Ahorros? ¿Qué ahorros?

lunes, 16 de noviembre de 2009

Design is...

El diseño gráfico es la piel de la publicidad. Si quieres cambiar una campaña, tendrás que pasar el bisturí y rajar los carteles de las marquesinas, los envases de los yogures y los catálogos de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Tendrás que tatuar relatos en rectángulos de piel sin poder usar palabras. Usarás antiojeras para las fiestas de gala y procurarás que los focos no sequen el maquillaje.
Te podremos ver esquiando, volando, en el siglo XV, en el gimnasio, en el bingo, en China o en tu sofá.
Todos verán tu alianza de boda, y dará morbo y seguridad ir a ligar contigo.
Saldrás orgulloso a la calle, sabiendo lo que vales. Y con suerte todos te veremos en las grandes obras del centro de las ciudades. Intentarás hacerte distinto aunque sepas que nunca lo serás.
Controlarás hasta las lágrimas de la noticia del dermatólogo. Pero con el tiempo no podrás ocultar la noticia del cáncer de piel.

Design is thinking made visual. Saul Bass
Cartel homenaje a Saul Bass
http://www.swiss-miss.com/2008/05/design-is-think.html

domingo, 15 de noviembre de 2009

DESPEDIDO

Esta semana tenemos nuestros bisturís a punto para destripar un anuncio que a buen seguro recuerdas. Se trata del “Despedido” de Coca-Cola. A más de uno sorprendió por su frescura, por su tono desenfadado y por el buen sabor que dejaba (y hablamos del anuncio, no de la Coca-Cola). Además, aprovecharemos está pequeña operación para mostrar algunos de los elementos más empleados en publicidad, como los estereotipos. También veremos cómo se pone el trabajo de cámara al servicio de lo que se pretende representar, y cómo nos identificamos con los personajes de una historia (ya que, después de todo, un anuncio no deja de ser una historia). Ve el video, estimado paciente, en tanto que terminamos de abotonarnos las batas. Después de la operación, el pulcro blanco que lucen se habrá teñido de rojo. Gajes del oficio.

http://www.youtube.com/watch?v=rYZgcsBUAFs

Podríamos decir que en este anuncio tenemos cuatro partes diferenciadas en cuanto a sus características de representación; puesto que en cada una de estas partes se ha pretendido representar una serie de ideas distintas.

En cuanto al aspecto exterior, en la primera parte el personaje aparece vestido con camisa y corbata, y un peinado bastante serio. El gesto de su semblante también denota seriedad, e incluso resignación (en la primera escena). Todo ello nos da una imagen de “oficinista aburrido”, que en nuestra mente asociamos al concepto de infelicidad por una convención existente en la sociedad: El hecho de no sentirse realizado, o valorado incluso, se asocia a la infelicidad. Esto se hace aún más claro cuando la cámara se aleja de él. En ese momento, la perspectiva hace que el personaje se vea muy pequeño al fondo del plano, rodeado por la enorme oficina en la que, si bien solo vemos las cabezas del resto de trabajadores, nos los imaginamos vestidos igual que él. Todo esto nos da una idea de insignificancia del personaje, de que simplemente es uno más; y es entonces cuando el primer estereotipo que nos presenta el anuncio cobra un sentido completo: el del trabajador anulado como persona; un número más en una gran empresa. Ello se apoya también por la falta total de color en el plano, tanto en la oficina como en el personaje. El lenguaje verbal de este último es nulo, y el no verbal prácticamente también. Vemos que sus movimientos son los estrictamente necesarios y su cara es bastante inexpresiva; de todo ello no obtenemos información sobre la persona que hay tras la corbata, y este factor le da mayor fuerza a la idea de persona anulada.

No obstante, todo eso cambia cuando su jefe lo despide, dando paso a lo que aquí hemos organizado como segunda parte del anuncio. Súbitamente, la pared del fondo cae y con ello se rompe la sensación claustrofóbica que se había creado. Con ello se da una imagen de libertad, y esta se hace más fuerte por la gran variedad de colores vivos que adquiere la escena (el cielo azul, el sol…). El personaje, inexpresivo hasta entonces, cobra también vida, y baila y canta (Veo una vida nueva, y tú no estás en ella) en un tono que oscila entre la rabia (de poder decirle a su jefe lo que hasta entonces había querido y no había podido, y esto es importante porque se trata de otro cliché que todos tenemos en la cabeza, el de rebelión contra nuestros superiores) y la alegría. A esta alegría se le suma el cambio experimentado en el aspecto exterior; tanto por él como por el coro que lo acompaña. De pronto, se nos presentan como hippies, con ropas de colores llamativos, pelos desgreñados, etcétera. Y a pesar de toda esta exaltación, se da una idea de paz, o tranquilidad, gracias a la simetría, con el personaje en mitad del plano y el coro a ambos lados. Todo esto da lugar al segundo estereotipo: el del hippy despreocupado, concepto que solemos desligar del mundo laboral por tener fama de ser un modo de vida alternativo al convencional (trabajar, pagar un piso, un coche, tener familia), pero sobre todo más libre. Este estereotipo alcanza su punto álgido cuando el personaje es transportado sobre las cabezas del resto (o casi se diría que flota), y las manos extendidas hacia el sol, ya que el flotar, que se aproxima a volar, es para nosotros una de las representaciones más claras de la libertad.

Inmediatamente, el anuncio vuelve a la escena en que despiden al personaje, pero esta vez su reacción es totalmente distinta, y se representa también de un modo distinto. El propio personaje se pinta unas ojeras, y la oscuridad pasa a dominar el plano. Ello nos da una imagen de abatimiento, hundimiento o angustia (siempre, eso si, respetando el tono cómico del anuncio en general). Vemos cómo su aspecto exterior sufre una nueva transformación, pasando al color rojo en las ropas que, unido a la totalidad del plano en general, con la oscuridad y las formas abstractas, representan algo muy parecido a nuestra idea del infierno. Pero habría que aclarar que esto no es más que otra convención más; ya que si la sociedad imaginase el infierno de otro modo, la escena no nos diría nada, o al menos no tanto como nos dice. Su tono de voz pasa a ser de desesperación cuando él mismo canta en clave de ópera (hundido, despedido, la oscuridad se cierne sobre mí…). Además, la perspectiva vuelve a jugar un papel importante, con el personaje principal representado a mayor tamaño que los coros, aunque en este caso no se ajusta a las leyes clásicas, sino que aparece deformada, lo que contribuye a crear un clima de irrealidad y conflicto. La teatralidad domina el lenguaje corporal del personaje, llevándose una mano al corazón y la otra al cielo como representación del dolor. Por otra parte, si en la anterior sección del anuncio hablábamos de simetría, en esta se da el caso contrario. En la práctica totalidad de los planos de esta parte se aprecia un dominio de la asimetría, con el personaje principal a un lado del plano, y en caso de aparecer centrado hay siempre algún elemento del plano que rompe la simetría; lo cual le da mayor fuerza, y ahonda en la sensación de conflicto y angustia que transmite. Si bien es dudosa en este caso la posibilidad de hablar de un estereotipo cuando decimos que alguien ha sido despedido y está abatido por ello, todos nos hacemos cargo de la situación, y comprendemos el sentimiento (que lamentablemente está muy socializado) al instante.

En la siguiente parte, el personaje tiene una reacción mucho más enérgica (lo cual, por otra parte, no es de extrañar teniendo en cuenta que es la tercera vez que lo despiden el mismo día). Su aspecto físico cambia y en esta parte le vemos más juvenil, con ropas informales que nos sugieren una estética rapera. Esto se representa con mayor fuerza cuando desaparece el escenario de la oficina y salen a la calle, puesto que en la “filosofía” rapera cobra mucha importancia el concepto de las calles. Además, en esta ocasión la canción es algo parecido a un rap (me has hecho daño tío, esto no va a quedar así…), y el tono de voz del personaje denota mucha más rabia que en las anteriores partes, transmitiéndonos una clara idea de conflicto; y sugiriéndonos el concepto de venganza (lo cual es otro cliché). En cuanto al lenguaje corporal, las facciones de su cara nos muestran su enfado, pero esto se ve sobre todo en la forma de agarrar y arrastrar al jefe; lo cual, si hablamos de la proxémica, rompe completamente la distancia más íntima de este, ahondando en la sensación de violencia. Por otra parte, el revuelo de papeles que constantemente salpica las escenas contribuye a dar más fuerza a la idea del conflicto. Por todo ello podemos decir que el estereotipo representado en este último caso es el de joven rapero, que gran parte de la sociedad asocia al conflicto y a la “ley de la calle” (el ojo por ojo, la venganza).

Por último, conviene resaltar la tranquilidad que nos transmite la última imagen. Se vuelve al trabajador anulado, solo que en esta última imagen ya no parece tan anulado. Con el simple gesto de beber un trago de coca cola, se representa la indiferencia, o la tranquilidad, con que recibe la noticia. A este respecto, diríamos que la sucesión de las distintas partes del anuncio no se ha dejado al azar: La más conflictiva y enérgica de todas era la del joven rapero que está inmediatamente antes que esta última; lo cual no hace sino darle más contraste al cambio de escena, es decir, aumenta el efecto de esta última escena.

Para finalizar, esperamos haber dejado claro que todos los elementos que vemos en un anuncio como este, y que nos resultan agradables o cómicos en su conjunto, no se dejan al azar. No se eligen de un modo arbitrario, sino que responden a una finalidad. Y eso es algo que queremos dejar claro a lo largo de esta y las posteriores operaciones. Si lo conseguimos, habrá merecido la pena manchar todas nuestras batas limpias (que tan importantes son, tanto en la medicina como en la publicidad). No sabemos si el anuncio elevó el consumo de Coca-Cola. Ni siquiera sabemos si la crisis económica, con todos sus despidos, ha elevado el consumo de Coca-Cola. Pero ahora, querido paciente, ya sabes que contra tragos amargos como despidos y EREs varios, la Coca-Cola es la solución. Sola o acompañada… tú decides.

lunes, 9 de noviembre de 2009

OSCURIDAD

La estancia estaba prácticamente vacía. La tenue luz de una vela que se consumía lentamente apenas era capaz de iluminar parte de la misma, pero era suficiente para que las dos personas que la ocupaban se viesen las caras. Ambos se hallaban sentados uno frente al otro, con la tosca mesa de madera en medio, observándose en silencio por unos instantes. El Publicista tenía la derrota pintada en el rostro.
-Estás exagerando –decía el Visitante-. Es todo una mala racha, nada más.
El Publicista bajó la mirada con tristeza.
-Es mucho peor que una mala racha –contestó-. Llevo mucho tiempo en esto… Quizás demasiado. He pasado por épocas buenas y malas, pero nunca me había sentido así.
-¿Así, cómo…? No te entiendo. Lo intento, de verdad, pero no alcanzo a comprender el motivo de tu estado. Soy tu jefe desde hace, ¿cuánto? ¿Veinte años? Y en ese tiempo has tenido ideas brillantes. Ideas que han dado a conocer nuestra empresa en lugares que jamás hubiésemos soñado. Sabes que te hablo con sinceridad cuando te digo que eres, sin ninguna duda, el creativo más brillante que conozco. Pero llevas una temporada irreconocible. Y quiero comprender lo que te ocurre realmente.
-Lo que me ocurre es que estoy seco –zanjó el Publicista-. Me siento como si ya hubiese tenido todas las grandes ideas que puedo tener a lo largo de mi vida… como si ya no quedase nada aquí dentro –se palpó la sien con el índice. Ni siquiera miraba ya al Visitante. Hablaba solo. Y, ciertamente, estaba solo.
-No digas tonterías –se burló el otro.
-¿Lo son? ¿Cuántas ocurrencias realmente geniales puede tener una persona a lo largo de su vida? ¿Diez? ¿Quince? A mí ya no me viene nada. Pienso en un producto, y no consigo marcar la diferencia. Me he convertido en un mediocre.
El Visitante permaneció en silencio, estudiándolo durante unos segundos. La tímida llama de la vela titubeó, dibujando unas extrañas sombras por doquier. Se estaba agotando, y la cera formaba ya un charco sólido en el pequeño plato en que se apoyaba.
-La creatividad no deja de ser una técnica. Y tú has demostrado dominarla.
El Publicista alzó la mirada hacia el infinito, suspirando lentamente.
-La creatividad, en minúsculas, es una técnica. Pero no es posible alcanzar la excelencia simplemente a través de la técnica. Da igual lo que digan personas que ni siquiera conciben la excelencia; es necesario un punto extra. Los antiguos lo llamaban inspiración divina. Muchos grandes artistas de la antigüedad decían que, al concebir y realizar sus mayores obras, no las sentían como suyas. Se sentían simplemente como instrumentos de un ente superior. Y, aunque yo no lo llamaría así, sé a lo que se referían.
-Hablas de tu talento como si fuese algo arbitrario –lo amonestó el Visitante.
El Publicista esbozó una media sonrisa llena de melancolía.
-He pasado horas pensando en ideas sin llegar a nada realmente bueno; y en cambio, otras ciertamente geniales me sobrevinieron sin buscarlas. Es solo que ahora ya no me vienen. La inspiración, divina o no, me ha abandonado.
La llama de la vela crepitó. Apenas una fina lámina de cera sobresalía ya del denso charco. Y estaba a punto de agotarse.
-De acuerdo –concedió el Visitante-. Comprendo cómo te sientes. Pero es posible que todo esto sea algo temporal. Has estado sometido a mucha tensión, y es posible que unos días de descanso hagan que vuelvas a ser el de siempre. No podemos permitirnos perderte ahora.
-No creo que nunca vuelva a ser el de antes. Simplemente, se me han agotado las ideas. Esto no es temporal. Lo sé.
-¿Y qué piensas hacer entonces? –en el tono del Visitante comenzaba a aparecer un matiz de hastío-. ¿Te quedarás aquí, lamentándote eternamente?
El Publicista no contestó. Volvió a suspirar profundamente, agachando la cabeza.
-Esa es la pregunta –dijo, por fin-. ¿Qué le pasa a un creativo, cuando se le acaba la creatividad? ¿Cuando se le agotan las ideas?
La pregunta quedó colgando en el aire, sin respuesta; y el silencio reinó en la estancia. La vela terminó por agotarse, y la llama se extinguió con un olor acre.
Y entonces, solo hubo oscuridad.

Mi comienzo en la cirugía cardiovascular

En todo el mundo es conocida la presión de los cirujanos, y más la de mi rama de cirugía cardiovascular, en la que ya hemos puesto el número de la Funeraria Robles en la lista de contactos rápidos. Incluso la primera operación a corazón abierto se la tuve que hacer a mi padre antes de empezar la carrera de medicina, cuando toda la familia esperaba que yo siguiese con el relevo familiar en la tienda de antigüedades. Yo también daba por hecho que iba a regentar con orgullo la tienda que llevaba 120 años en el centro de la ciudad comprando y vendiendo arte con mayúsculas. Pero aquel 2 de Febrero que cogí el autobús para hacer las cuentas de Enero, le leí un texto de un libro al chico que se sentó a mi lado:

"Hoy
conocí un genio en el tren
como de seis años de edad;
se sentó a mi lado y,
mientras el tren
corría por la costa,
llegamos al océano.
El niño me miró y me dijo:
el mar no es nada bonito.

Fue la primera vez
que me dí cuenta
de ello."
Charles Bukowski

Este texto me marcó, y lo sé, porque al de unos meses me seguía acordando de él. Siempre había soñado con la medicina, incluso programaba el video para grabar el programa semanal de Doctor Beltrán, en el que nos mostraba y explicaba todo tipo de operaciones. Pero nunca me había dado la más remota posibilidad de poder ser cirujano, hasta esa coincidencia.
Meses más tarde, el día anterior a que se jubilase mi padre, le conté, aunque todavía con dudas, la difícil decisión que había tomado. Mi padre se desplomó y como no respondía a los primeros auxilios, rompí la cristalera que guardaba los puñales del siglo XVI y con el más afilado hice un corte de unos 30 centímetros a 15 grados en el pecho. Corté, pegué, nudo por aquí y nudo por allá, hasta que su corazón volvió a latir. Cerré el pecho con una maquina de coser excelente, creo que fue con la "Isabelina 200" , llamé a la ambulancia y le llevaron a la unidad de reposo.
Después de mi primer éxito en la cirugía, no me quedó ninguna duda sobre mi futuro. Mi padre murió por una infección al no estar esterilizado el instrumental utilizado, así que vendí la tienda y al terminar carrera montamos, entre unos cuantos cirujanos, nuestra propia consulta. De momento con los mismos éxitos que fracasos, pero tiempo al tiempo. Todavía nos queda mucho que aprender, y aunque Bukowski no pueda escribir más, habrá otros que sí.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Un saludo, estimado paciente

Bienvenido a nuestra pequeña sala de operaciones.
La decoración es austera, y el mobiliario desprende más olor a viejo que a antiséptico; pero destila el encanto y la esperanza de los pequeños negocios. Siéntate, pues, en nuestra sala de espera, y relájate. Ponte en nuestras manos, mientras nosotros afilamos nuestros bisturís.
El título de este blog no es arbitrario ya que, en un mundo donde el parecer cobra una cada vez mayor importancia frente al ser, la cirugía plástica y la publicidad no parecen ciencias tan distantes. Ambas mejoran, en principio, la imagen externa de personas o marcas; ambas son consideradas como necesarias por quienes se benefician de ellas. Y, seamos sinceros, ambas transmiten cierta desconfianza. ¿Cuántos anuncios has visto, cuántas promociones conocido, intentando buscarle la trampa al juego? Y todo aquél que alguna vez haya sufrido una operación en sus carnes o en las de alguien cercano (y no necesariamente para mejorar su imagen), conoce bien la desconfianza a esa gran variable externa que nos da tanto miedo precisamente porque no la podemos controlar: El pulso del cirujano.
Un buen cirujano nos puede salvar; uno malo sin duda nos condenará. Y, una vez más, con la publicidad ocurre igual.
Nosotros lo haremos lo mejor que esté en nuestras manos, pero eso sí: te advertimos de que no siempre te agradaremos. En ocasiones seremos creativos, divertidos incluso. Te contaremos historias y comentaremos anuncios particularmente graciosos. También curiosidades cotidianas. No obstante, también las habrá en que seamos críticos e hirientes; pues un bisturí, como una pluma, puede emplearse tanto para crear como para destruir. Y no se puede contentar a todo el mundo.
Pero pasa, pasa a nuestra sala. Ponte cómodo. Los bisturís ya están a punto. Observa sus amenazadores destellos mientras la anestesia hace efecto. Cierra los ojos, y cuando vuelvas a abrirlos, serás una persona nueva. Y tranquilo. Nuestro pulso no fallará. Esperemos.