domingo, 10 de enero de 2010

De mayor el nene no quiere ser periodista

En una de estas ostias que te da la vida, y tras quedarme noqueado, fui percatándome de lo mal que huele el periodismo. Peor que la publicidad. Como he dejado de fumar y ello ayuda a una pronta recuperación de la agudeza olfativa, estoy empezando a olerlo todo. Oler. Oler. Y la verdad es que hay cosas que huelen fatal. Un zapato sudado, un pedo atascado en un ascensor público, la mierda o el periodismo, entre otras. Y si no me creen, prueben. Prueben a oler un zapato sudado. Asómense a un retrete. Lean un periódico.

Cuando el primer poder tiene comprado el cuarto poder (el periodismo) suceden cosas insólitas. Es lo que pasa cuando se privatiza la crítica. Deja de existir. Y no es una metáfora. Una gran parte de las acciones del Grupo Prisa son propiedad del Banco Santander. Una gran parte del Grupo Vocento es propiedad del BBVA. Son dueños del primer y cuarto poder. Por lo tanto, resulta lógico pensar que uno no se va a criticar a sí mismo. Sobre todo, cuando hay dinero en juego. Dinero. Dinero. Dado que el Grupo Prisa es un agujero negro que no hace más que chupar y chupar, no se entiende como se mantiene en pie. Muy sencillo, porque al Santander le interesa que siga haciéndole las veces de filtro. Porque eso es el periodismo hoy por hoy. Una herramienta mediante la cual los adinerados mandan sus mensajes camuflados a la sociedad. Para que nosotros pensemos que es un honrado periodista el que, tras una ardua investigación en la que ha sido tiroteado tres veces, nos cuenta la noticia. Para que pensemos que su honradez ha triunfado por encima de aquellos que pretendían silenciarla. Para que nos creamos que ha sido aplaudido en su redacción por tamaña valentía. Para que nos traguemos que su familia estará eternamente perseguida por secuaces de los malos. Por haber publicado un trapo sucio.

La realidad es otra. Y es que, casi con total seguridad, el periodista se habrá limitado a copiar el teletipo que llegó ayer a la redacción cinco minutos antes de cerrar la edición. Y, si no, díganme, ¿ habéis visto alguna vez alguna crítica a El Corte Inglés en algún medio? ¿Y alguna al Santander o al BBVA? Ninguna. Y eso que todos sabemos que son los culpables de esta crisis. De que mucha gente esté en el paro. Porque son ellos los que han retenido el dinero, impidiendo que este circule. Obligando a empresas a bajar la persiana. Pues estos mismos son los que tienen comprado Prisa y Vocento, los dos mayores grupos audiovisuales de España. Son ellos los que redactan las noticias que leeís en El País o en El Mundo. Los que se encargan de metérnosla bien hasta dentro. Nos la han colado. Y tú sin darte cuenta.

Todo esto puede sonar a conspiración pero no lo es. No tenéis más que encender el televisor y fijaros, por ejemplo, en Iñaki Gabilondo (de Prats no hablo porque no me merece ni el más mínimo respeto). Iñaki, al que muchos otorgaron el título de independiente, de una persona que con nadie se casaba, no ha hecho en su vida una crítica pública y abierta a ningún banco en concreto. Tampoco al Corte Inglés. Claro, porque su jefe es del Santander y le hubiera echado a patadas. Pues si tan independiente fuera, se iría, se montaría su propia publicación y se dedicaría a contar verdades verdaderamente importantes. Tú lo sabes, Iñaki. Sabes de lo que te hablo.

Otro caso es el de El Correo. El Correo, que posee unos estatutos pulcros e impolutos, le da voz a las mafias todos los días en la sección Clasificados, cuando es de sobra sabido que más del 80% de la prostitución corre a cargo de grupos mafiosos que explotan y maltratan a las prostitutas. Pues bien, El Correo, tan pulcro e impoluto, les deja anunciar sus servicios. Si de mí dependiera, metería a su director en la cárcel, por apología al terrorismo. Pero no depende de mí. Depende de jueces que, por lo visto, no leen El Correo.

Tras tanto olisquear, he levantado la cabeza del retrete periodístico y me he sentido tremendamente mareado. Cuanta mierda, por Dios.

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