lunes, 30 de noviembre de 2009

"La Burbuja" (Tomo Uno)

Una burbuja surge comprendida dentro de un continente que la contiene. Sin este continente, es físicamente imposible que exista la burbuja. Asimismo, un enfoque temporal aporta la siguiente conclusión: el continente debe existir en el momento en el que nace el contenido, es decir, el continente debe ser anterior a la burbuja. Si esto no sucediera en este orden, la burbuja no podría existir. Lógica aplastante.

Si yo fuera la burbuja, buscaría la manera de prolongar mi existencia. Y lo primero que se me ocurre, antes de nada, es proteger, como un fanático su santuario, el continente que me contiene. Instinto de supervivencia. A lo que muchos de ustedes añadirán: lógica aplastante.

De acuerdo. Más que nada porque creo que lo estamos.

No obstante, existen actitudes humanas incomprensiblemente autodestructivas. ¿Por ejemplo? Por ejemplo, fumar. Y, entonces, ¿por qué es un hábito tan extendido? Podría argumentarse que porque causa placer. De hecho, es lo que responderían gran parte de los fumadores, sino todos. Por lo tanto, dicha actitud autodestructiva causa placer, ¿no? Si esto es así, ¿en qué lugar queda la teoría de la burbuja?

Si el instinto y la razón nos empujan a prolongar nuestra existencia y sabemos que fumar la acorta, deduzco que nos causa placer acortar nuestra existencia. Conclusiones del estilo de estas, invitan a privatizar la Sanidad. El humano es tremendamente incongruente. Somos seres a los que, debido a casualidades biológicas, se les otorgó el don de la inteligencia, precedido del don de la estupidez, eso si. Por eso existe la creencia generalizada de que Dios existe: ¿cómo sino podríamos ser tan retrasados? -Fue Dios, que se aburría y pensó en cómo divertirse. Si nos hubiera creado para ser seres eficientes habríamos demostrado ya que no existe y… ¡oh, Dios mío! ¡Si demostráramos que Dios no existe, Dios desaparecería! Desaparecería el continente que nos contiene.

Por eso se esconde tan bien.

martes, 24 de noviembre de 2009

Dirty Susan


Creo que ya es hora de enseñaros mi última gran obra de la cirugía plástica. No ha hecho falta una gran inversión económica, sólo saber esperar el tiempo adecuado, dejando que todo fluya por su curso natural. Ha sido parecido a vender el vino más caro o poder volver a vender yoyos, que cada equis años salen en la tele, y vuelven a ser comprados por miles de niños en cada ciudad. Y encima ha hecho que la gente crea que ha dejado sus prejuicios a un lado y ha optado por la calidad, haciéndose creer que son entendidos. Perfecto, ¿verdad?
Todo empezó cuando una fea, vieja y despistada desempleada de Escocia se presentó a un casting de televisión para un programa de cantantes. Entró con el desparpajo que da la inseguridad, y los nervios de nunca haberte sentido aceptada. Todo el mundo estaba predispuesto a reirse en su cara sólo por verla entrar, como hacen los niños al ver a otros que son distintos a ellos. Ella pasó el apuro, e hizo lo que fue a hacer, cantar. Pero los más guapos, jóvenes y atentos se emocionaron al oirla, y también a modo de disculpa, porque Susan tenía una voz que no debía tener.
Esa solo fue la presentación en el programa, y no faltó tiempo para que se les afilasen los dientes a los productores que como los cerdos van oliendo por el campo buscando las preciadas trufas.
Estos buscadores de trufas sabían que la publicidad rodaba sin invertir dinero, dejando que los medios amarillistas hagan el trabajo, dándonos lo que queremos. Porque después de varios meses, Susan sigue teniendo lo que la naturaleza se equivocó al darle.
Seguramente, si llegan a conocer a esta señora unas semanas antes de que se presentase al casting, le hubiesen aconsejado que no se depilase el bigote ni los sobacos, para que viésemos todos la parte real de Betty, la fea. Pero algo se les escapó a estos señores. Quizá, haber pasado de ella unos años atrás.
Pero ahora toca recoger los frutos de tanto esfuerzo. Dentro de unos días sale a la venta el preciado disco, que ya ha batido records de ventas, y también comenzará la gira mundial que hará ganar a Susan casi 9 millones de euros. Esta vez el video no ha matado a la estrella de la radio, pero puede que tampoco esté muy lejos. Después de sus ingresos en clínicas psiquiátricas por la presión a la que está sometida y por la nueva vida que se le ha presentado, en la que ya no podrá charlar con sus vecinas, ni rezar para llegar a fin de mes.
La moraleja es que no se entendieron las moralejas de los cuentos infantiles de El patito feo ni de La oveja negra. Y aunque resistirse al dinero es muy difícil, Susan, podrías hacer la gira, llevarte los 9 millones y volver a tu barrio a cantar en la parroquia y a estar con tus vecinas antes de que te den la patada abandonada en un chalet del barrio de Chelsea. Y si haces eso, podrás comer cerdo antes de que otros coman tus bombones de trufa.

Pintura de Salvador Dalí:
Retrato de Mae West que puede utilizarse como apartamento surrealista
Link:
http://www.videposters.es/static/images/510x510-12174/Salvador-Dali-Il-volto-di-Mae-West-1934-35.jpg

lunes, 23 de noviembre de 2009

"NO"

La tarde era gris, fría y joven. La zona de tiendas estaba muy concurrida, y las luces de los escaparates atraían la atención de la gente al pasar. Algunas personas llevaban ya varias bolsas repletas de ropa y regalos. Otras acababan de llegar.
La Compradora no llevaba bolsas. Tan solo el periódico, que sostenía bajo el brazo derecho. Tenía la cara prácticamente envuelta en una bufanda de lana gruesa y caminaba decidida, con un destino claro.
El Comisionista llevaba un tiempo observándola, esperando a que se acercase lo suficiente. Cuando ella llegó a su altura, le salió al paso.
-¡Muy buenas tardes! –saludó sonriente-. Ven, que te enseño una promoción…
La Compradora se giró, sobresaltada por un instante. Reticente, dio un rápido repaso con la mirada al hombre que le sonreía, y aún pudo abarcar el improvisado puesto en el que se exponían varios ejemplares del mismo periódico que ella misma llevaba. Sin embargo, pronto se recompuso, dispuesta a proseguir con su camino.
-No gracias, tengo prisa –mintió.
El Comisionista no se dio por vencido.
-Venga, mujer, que no te voy a robar mucho tiempo –le soltó, en tono jovial-. Además, te va a interesar…
La Compradora se debatió entre la reticencia y una mezcla de educación y curiosidad, pero fue más fuerte esta última, y terminó por acompañar al hombre al puesto, no sin cierto fastidio en el gesto.
-Verás –comenzó el Comisionista-, me he fijado en el periódico que llevas bajo el brazo. ¿Sueles comprarlo a menudo?
-Sí. Siempre.
-¿Siempre compras el mismo?
-Sí.
La sonrisa en el semblante del Comisionista se ensanchó, señal de que había oído lo que quería. La Compradora lo percibió, y sin saber por qué, aquello no le gustó. Se sintió como si hubiese metido la pata.
-La cosa es –continuó el Comisionista-, que estamos promocionando una suscripción anual al periódico, con la cual te ahorrarías un treinta por ciento del coste.
Así que era eso, pensó ella.
-No me interesa –no se iba a dejar embaucar. Se dispuso a despedirse para alejarse de allí.
-Espera –la detuvo el Comisionista, con determinación-. Estamos hablando de ahorrarte más de cien euros al año. Además, lo recibirías en tu casa a la hora deseada, sin gastos de envío añadidos. ¿Qué inconveniente le ves?
La Compradora se quedó, pero se estaba impacientando.
-Ninguno, pero no me interesa –en su tono de voz había nerviosismo.
-Pero, ¿qué es lo que no te interesa?
La Compradora dio un paso atrás. El Comisionista dio un paso adelante. Y, en medio de aquella singular danza, ella contestó lo primero que se le ocurrió.
-No quiero compromisos. Compro el periódico cuando yo quiero.
-Pero, si lo compras todos los días –había un matiz de burla en la voz del Comisionista.
-Ya, pero no me interesa. Gracias –opuso la Compradora, decidida a alejarse de allí. Ya no recordaba a dónde tenía que ir; solo quería escapar. Estaba muy inquieta.
-¡Estábamos regalando un viaje a Nueva York con la suscripción! –dijo a viva voz el Comisionista, en tono jocoso, mientras la Compradora se alejaba.
Ella, sin embargo, no se detuvo. A medida que se alejaba del puesto, fue recobrando la calma. Poco a poco, se fue sintiendo cada vez más satisfecha consigo misma. No se había dejado engañar por aquel embaucador. Había sido más lista que él.
No obstante, en su mente comenzó a repiquetear con insistencia una sola pregunta: ¿Sería cierto lo del viaje a Nueva York?

Hola y adiós.

¿Qué busca la Publicidad? Sencillamente, venderte algo que no hubieras deseado comprar sin no hubiera sido publicitado. Nos es creada una necesidad anteriormente inexistente la cual nos impulsa a consumir, es decir, a lubricar el motor del Capitalismo. El sistema económico actual basa su crecimiento en el consumo. En el "hiperconsumo", para ser exactos. Esto es posible gracias a la concesión de créditos. Cierta variante del crédito es el "hipercrédito", gracias al cual se ha crecido durante los últimos nueve años (excluyendo, claro está, el último periodo de carácter recesivo) por encima de cualquier previsión. Pero, ¿qué función cumple la Publicidad en todo este embrollo? La Publicidad ha sido la encargada de crear esas necesidades inexistentes anteriormente citadas, sin las cuales el volumen de consumo que propició el desmesurado crecimiento económico mundial no hubiese sido posible. ¿Por qué? Porque si nadie hubiera engañado a la gente, la gente no hubiera comprado bienes y servicios de los cuales podría haber prescindido.

El Capitalismo no contempla el ahorro. "Hay que gastar". "Hay que gastar mucho". "Hay que gastar más de lo se tiene". "¿Qué cómo?"
-Pida un crédito o dos.
-Pero no tengo como pagarlos.
-¿Es eso una preocupación para usted?
-¿Debería serlo?
-No mientras la economía mantenga este ritmo de crecimiento.

Y va la Economía y se desploma. Y, ¿qué pasa con aquellos que no pueden afrontar esa hipoteca que tan alegremente habían firmado? Pasa que les dan bien por el culo. No os podeís imaginar lo violento de las acometidas. Hasta sangran por la fiereza de la penetración. Y mientras tanto, la Publicidad les frota las heridas con alcohol, explicándoles como han dejado escapar sus sueños. Se escapan sus sueños.

¿Y los ahorros? Quizá nos permitan sobrevivir durante una temporadilla. ¿Ahorros? ¿Qué ahorros?

lunes, 16 de noviembre de 2009

Design is...

El diseño gráfico es la piel de la publicidad. Si quieres cambiar una campaña, tendrás que pasar el bisturí y rajar los carteles de las marquesinas, los envases de los yogures y los catálogos de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Tendrás que tatuar relatos en rectángulos de piel sin poder usar palabras. Usarás antiojeras para las fiestas de gala y procurarás que los focos no sequen el maquillaje.
Te podremos ver esquiando, volando, en el siglo XV, en el gimnasio, en el bingo, en China o en tu sofá.
Todos verán tu alianza de boda, y dará morbo y seguridad ir a ligar contigo.
Saldrás orgulloso a la calle, sabiendo lo que vales. Y con suerte todos te veremos en las grandes obras del centro de las ciudades. Intentarás hacerte distinto aunque sepas que nunca lo serás.
Controlarás hasta las lágrimas de la noticia del dermatólogo. Pero con el tiempo no podrás ocultar la noticia del cáncer de piel.

Design is thinking made visual. Saul Bass
Cartel homenaje a Saul Bass
http://www.swiss-miss.com/2008/05/design-is-think.html

domingo, 15 de noviembre de 2009

DESPEDIDO

Esta semana tenemos nuestros bisturís a punto para destripar un anuncio que a buen seguro recuerdas. Se trata del “Despedido” de Coca-Cola. A más de uno sorprendió por su frescura, por su tono desenfadado y por el buen sabor que dejaba (y hablamos del anuncio, no de la Coca-Cola). Además, aprovecharemos está pequeña operación para mostrar algunos de los elementos más empleados en publicidad, como los estereotipos. También veremos cómo se pone el trabajo de cámara al servicio de lo que se pretende representar, y cómo nos identificamos con los personajes de una historia (ya que, después de todo, un anuncio no deja de ser una historia). Ve el video, estimado paciente, en tanto que terminamos de abotonarnos las batas. Después de la operación, el pulcro blanco que lucen se habrá teñido de rojo. Gajes del oficio.

http://www.youtube.com/watch?v=rYZgcsBUAFs

Podríamos decir que en este anuncio tenemos cuatro partes diferenciadas en cuanto a sus características de representación; puesto que en cada una de estas partes se ha pretendido representar una serie de ideas distintas.

En cuanto al aspecto exterior, en la primera parte el personaje aparece vestido con camisa y corbata, y un peinado bastante serio. El gesto de su semblante también denota seriedad, e incluso resignación (en la primera escena). Todo ello nos da una imagen de “oficinista aburrido”, que en nuestra mente asociamos al concepto de infelicidad por una convención existente en la sociedad: El hecho de no sentirse realizado, o valorado incluso, se asocia a la infelicidad. Esto se hace aún más claro cuando la cámara se aleja de él. En ese momento, la perspectiva hace que el personaje se vea muy pequeño al fondo del plano, rodeado por la enorme oficina en la que, si bien solo vemos las cabezas del resto de trabajadores, nos los imaginamos vestidos igual que él. Todo esto nos da una idea de insignificancia del personaje, de que simplemente es uno más; y es entonces cuando el primer estereotipo que nos presenta el anuncio cobra un sentido completo: el del trabajador anulado como persona; un número más en una gran empresa. Ello se apoya también por la falta total de color en el plano, tanto en la oficina como en el personaje. El lenguaje verbal de este último es nulo, y el no verbal prácticamente también. Vemos que sus movimientos son los estrictamente necesarios y su cara es bastante inexpresiva; de todo ello no obtenemos información sobre la persona que hay tras la corbata, y este factor le da mayor fuerza a la idea de persona anulada.

No obstante, todo eso cambia cuando su jefe lo despide, dando paso a lo que aquí hemos organizado como segunda parte del anuncio. Súbitamente, la pared del fondo cae y con ello se rompe la sensación claustrofóbica que se había creado. Con ello se da una imagen de libertad, y esta se hace más fuerte por la gran variedad de colores vivos que adquiere la escena (el cielo azul, el sol…). El personaje, inexpresivo hasta entonces, cobra también vida, y baila y canta (Veo una vida nueva, y tú no estás en ella) en un tono que oscila entre la rabia (de poder decirle a su jefe lo que hasta entonces había querido y no había podido, y esto es importante porque se trata de otro cliché que todos tenemos en la cabeza, el de rebelión contra nuestros superiores) y la alegría. A esta alegría se le suma el cambio experimentado en el aspecto exterior; tanto por él como por el coro que lo acompaña. De pronto, se nos presentan como hippies, con ropas de colores llamativos, pelos desgreñados, etcétera. Y a pesar de toda esta exaltación, se da una idea de paz, o tranquilidad, gracias a la simetría, con el personaje en mitad del plano y el coro a ambos lados. Todo esto da lugar al segundo estereotipo: el del hippy despreocupado, concepto que solemos desligar del mundo laboral por tener fama de ser un modo de vida alternativo al convencional (trabajar, pagar un piso, un coche, tener familia), pero sobre todo más libre. Este estereotipo alcanza su punto álgido cuando el personaje es transportado sobre las cabezas del resto (o casi se diría que flota), y las manos extendidas hacia el sol, ya que el flotar, que se aproxima a volar, es para nosotros una de las representaciones más claras de la libertad.

Inmediatamente, el anuncio vuelve a la escena en que despiden al personaje, pero esta vez su reacción es totalmente distinta, y se representa también de un modo distinto. El propio personaje se pinta unas ojeras, y la oscuridad pasa a dominar el plano. Ello nos da una imagen de abatimiento, hundimiento o angustia (siempre, eso si, respetando el tono cómico del anuncio en general). Vemos cómo su aspecto exterior sufre una nueva transformación, pasando al color rojo en las ropas que, unido a la totalidad del plano en general, con la oscuridad y las formas abstractas, representan algo muy parecido a nuestra idea del infierno. Pero habría que aclarar que esto no es más que otra convención más; ya que si la sociedad imaginase el infierno de otro modo, la escena no nos diría nada, o al menos no tanto como nos dice. Su tono de voz pasa a ser de desesperación cuando él mismo canta en clave de ópera (hundido, despedido, la oscuridad se cierne sobre mí…). Además, la perspectiva vuelve a jugar un papel importante, con el personaje principal representado a mayor tamaño que los coros, aunque en este caso no se ajusta a las leyes clásicas, sino que aparece deformada, lo que contribuye a crear un clima de irrealidad y conflicto. La teatralidad domina el lenguaje corporal del personaje, llevándose una mano al corazón y la otra al cielo como representación del dolor. Por otra parte, si en la anterior sección del anuncio hablábamos de simetría, en esta se da el caso contrario. En la práctica totalidad de los planos de esta parte se aprecia un dominio de la asimetría, con el personaje principal a un lado del plano, y en caso de aparecer centrado hay siempre algún elemento del plano que rompe la simetría; lo cual le da mayor fuerza, y ahonda en la sensación de conflicto y angustia que transmite. Si bien es dudosa en este caso la posibilidad de hablar de un estereotipo cuando decimos que alguien ha sido despedido y está abatido por ello, todos nos hacemos cargo de la situación, y comprendemos el sentimiento (que lamentablemente está muy socializado) al instante.

En la siguiente parte, el personaje tiene una reacción mucho más enérgica (lo cual, por otra parte, no es de extrañar teniendo en cuenta que es la tercera vez que lo despiden el mismo día). Su aspecto físico cambia y en esta parte le vemos más juvenil, con ropas informales que nos sugieren una estética rapera. Esto se representa con mayor fuerza cuando desaparece el escenario de la oficina y salen a la calle, puesto que en la “filosofía” rapera cobra mucha importancia el concepto de las calles. Además, en esta ocasión la canción es algo parecido a un rap (me has hecho daño tío, esto no va a quedar así…), y el tono de voz del personaje denota mucha más rabia que en las anteriores partes, transmitiéndonos una clara idea de conflicto; y sugiriéndonos el concepto de venganza (lo cual es otro cliché). En cuanto al lenguaje corporal, las facciones de su cara nos muestran su enfado, pero esto se ve sobre todo en la forma de agarrar y arrastrar al jefe; lo cual, si hablamos de la proxémica, rompe completamente la distancia más íntima de este, ahondando en la sensación de violencia. Por otra parte, el revuelo de papeles que constantemente salpica las escenas contribuye a dar más fuerza a la idea del conflicto. Por todo ello podemos decir que el estereotipo representado en este último caso es el de joven rapero, que gran parte de la sociedad asocia al conflicto y a la “ley de la calle” (el ojo por ojo, la venganza).

Por último, conviene resaltar la tranquilidad que nos transmite la última imagen. Se vuelve al trabajador anulado, solo que en esta última imagen ya no parece tan anulado. Con el simple gesto de beber un trago de coca cola, se representa la indiferencia, o la tranquilidad, con que recibe la noticia. A este respecto, diríamos que la sucesión de las distintas partes del anuncio no se ha dejado al azar: La más conflictiva y enérgica de todas era la del joven rapero que está inmediatamente antes que esta última; lo cual no hace sino darle más contraste al cambio de escena, es decir, aumenta el efecto de esta última escena.

Para finalizar, esperamos haber dejado claro que todos los elementos que vemos en un anuncio como este, y que nos resultan agradables o cómicos en su conjunto, no se dejan al azar. No se eligen de un modo arbitrario, sino que responden a una finalidad. Y eso es algo que queremos dejar claro a lo largo de esta y las posteriores operaciones. Si lo conseguimos, habrá merecido la pena manchar todas nuestras batas limpias (que tan importantes son, tanto en la medicina como en la publicidad). No sabemos si el anuncio elevó el consumo de Coca-Cola. Ni siquiera sabemos si la crisis económica, con todos sus despidos, ha elevado el consumo de Coca-Cola. Pero ahora, querido paciente, ya sabes que contra tragos amargos como despidos y EREs varios, la Coca-Cola es la solución. Sola o acompañada… tú decides.

lunes, 9 de noviembre de 2009

OSCURIDAD

La estancia estaba prácticamente vacía. La tenue luz de una vela que se consumía lentamente apenas era capaz de iluminar parte de la misma, pero era suficiente para que las dos personas que la ocupaban se viesen las caras. Ambos se hallaban sentados uno frente al otro, con la tosca mesa de madera en medio, observándose en silencio por unos instantes. El Publicista tenía la derrota pintada en el rostro.
-Estás exagerando –decía el Visitante-. Es todo una mala racha, nada más.
El Publicista bajó la mirada con tristeza.
-Es mucho peor que una mala racha –contestó-. Llevo mucho tiempo en esto… Quizás demasiado. He pasado por épocas buenas y malas, pero nunca me había sentido así.
-¿Así, cómo…? No te entiendo. Lo intento, de verdad, pero no alcanzo a comprender el motivo de tu estado. Soy tu jefe desde hace, ¿cuánto? ¿Veinte años? Y en ese tiempo has tenido ideas brillantes. Ideas que han dado a conocer nuestra empresa en lugares que jamás hubiésemos soñado. Sabes que te hablo con sinceridad cuando te digo que eres, sin ninguna duda, el creativo más brillante que conozco. Pero llevas una temporada irreconocible. Y quiero comprender lo que te ocurre realmente.
-Lo que me ocurre es que estoy seco –zanjó el Publicista-. Me siento como si ya hubiese tenido todas las grandes ideas que puedo tener a lo largo de mi vida… como si ya no quedase nada aquí dentro –se palpó la sien con el índice. Ni siquiera miraba ya al Visitante. Hablaba solo. Y, ciertamente, estaba solo.
-No digas tonterías –se burló el otro.
-¿Lo son? ¿Cuántas ocurrencias realmente geniales puede tener una persona a lo largo de su vida? ¿Diez? ¿Quince? A mí ya no me viene nada. Pienso en un producto, y no consigo marcar la diferencia. Me he convertido en un mediocre.
El Visitante permaneció en silencio, estudiándolo durante unos segundos. La tímida llama de la vela titubeó, dibujando unas extrañas sombras por doquier. Se estaba agotando, y la cera formaba ya un charco sólido en el pequeño plato en que se apoyaba.
-La creatividad no deja de ser una técnica. Y tú has demostrado dominarla.
El Publicista alzó la mirada hacia el infinito, suspirando lentamente.
-La creatividad, en minúsculas, es una técnica. Pero no es posible alcanzar la excelencia simplemente a través de la técnica. Da igual lo que digan personas que ni siquiera conciben la excelencia; es necesario un punto extra. Los antiguos lo llamaban inspiración divina. Muchos grandes artistas de la antigüedad decían que, al concebir y realizar sus mayores obras, no las sentían como suyas. Se sentían simplemente como instrumentos de un ente superior. Y, aunque yo no lo llamaría así, sé a lo que se referían.
-Hablas de tu talento como si fuese algo arbitrario –lo amonestó el Visitante.
El Publicista esbozó una media sonrisa llena de melancolía.
-He pasado horas pensando en ideas sin llegar a nada realmente bueno; y en cambio, otras ciertamente geniales me sobrevinieron sin buscarlas. Es solo que ahora ya no me vienen. La inspiración, divina o no, me ha abandonado.
La llama de la vela crepitó. Apenas una fina lámina de cera sobresalía ya del denso charco. Y estaba a punto de agotarse.
-De acuerdo –concedió el Visitante-. Comprendo cómo te sientes. Pero es posible que todo esto sea algo temporal. Has estado sometido a mucha tensión, y es posible que unos días de descanso hagan que vuelvas a ser el de siempre. No podemos permitirnos perderte ahora.
-No creo que nunca vuelva a ser el de antes. Simplemente, se me han agotado las ideas. Esto no es temporal. Lo sé.
-¿Y qué piensas hacer entonces? –en el tono del Visitante comenzaba a aparecer un matiz de hastío-. ¿Te quedarás aquí, lamentándote eternamente?
El Publicista no contestó. Volvió a suspirar profundamente, agachando la cabeza.
-Esa es la pregunta –dijo, por fin-. ¿Qué le pasa a un creativo, cuando se le acaba la creatividad? ¿Cuando se le agotan las ideas?
La pregunta quedó colgando en el aire, sin respuesta; y el silencio reinó en la estancia. La vela terminó por agotarse, y la llama se extinguió con un olor acre.
Y entonces, solo hubo oscuridad.

Mi comienzo en la cirugía cardiovascular

En todo el mundo es conocida la presión de los cirujanos, y más la de mi rama de cirugía cardiovascular, en la que ya hemos puesto el número de la Funeraria Robles en la lista de contactos rápidos. Incluso la primera operación a corazón abierto se la tuve que hacer a mi padre antes de empezar la carrera de medicina, cuando toda la familia esperaba que yo siguiese con el relevo familiar en la tienda de antigüedades. Yo también daba por hecho que iba a regentar con orgullo la tienda que llevaba 120 años en el centro de la ciudad comprando y vendiendo arte con mayúsculas. Pero aquel 2 de Febrero que cogí el autobús para hacer las cuentas de Enero, le leí un texto de un libro al chico que se sentó a mi lado:

"Hoy
conocí un genio en el tren
como de seis años de edad;
se sentó a mi lado y,
mientras el tren
corría por la costa,
llegamos al océano.
El niño me miró y me dijo:
el mar no es nada bonito.

Fue la primera vez
que me dí cuenta
de ello."
Charles Bukowski

Este texto me marcó, y lo sé, porque al de unos meses me seguía acordando de él. Siempre había soñado con la medicina, incluso programaba el video para grabar el programa semanal de Doctor Beltrán, en el que nos mostraba y explicaba todo tipo de operaciones. Pero nunca me había dado la más remota posibilidad de poder ser cirujano, hasta esa coincidencia.
Meses más tarde, el día anterior a que se jubilase mi padre, le conté, aunque todavía con dudas, la difícil decisión que había tomado. Mi padre se desplomó y como no respondía a los primeros auxilios, rompí la cristalera que guardaba los puñales del siglo XVI y con el más afilado hice un corte de unos 30 centímetros a 15 grados en el pecho. Corté, pegué, nudo por aquí y nudo por allá, hasta que su corazón volvió a latir. Cerré el pecho con una maquina de coser excelente, creo que fue con la "Isabelina 200" , llamé a la ambulancia y le llevaron a la unidad de reposo.
Después de mi primer éxito en la cirugía, no me quedó ninguna duda sobre mi futuro. Mi padre murió por una infección al no estar esterilizado el instrumental utilizado, así que vendí la tienda y al terminar carrera montamos, entre unos cuantos cirujanos, nuestra propia consulta. De momento con los mismos éxitos que fracasos, pero tiempo al tiempo. Todavía nos queda mucho que aprender, y aunque Bukowski no pueda escribir más, habrá otros que sí.


domingo, 1 de noviembre de 2009

Un saludo, estimado paciente

Bienvenido a nuestra pequeña sala de operaciones.
La decoración es austera, y el mobiliario desprende más olor a viejo que a antiséptico; pero destila el encanto y la esperanza de los pequeños negocios. Siéntate, pues, en nuestra sala de espera, y relájate. Ponte en nuestras manos, mientras nosotros afilamos nuestros bisturís.
El título de este blog no es arbitrario ya que, en un mundo donde el parecer cobra una cada vez mayor importancia frente al ser, la cirugía plástica y la publicidad no parecen ciencias tan distantes. Ambas mejoran, en principio, la imagen externa de personas o marcas; ambas son consideradas como necesarias por quienes se benefician de ellas. Y, seamos sinceros, ambas transmiten cierta desconfianza. ¿Cuántos anuncios has visto, cuántas promociones conocido, intentando buscarle la trampa al juego? Y todo aquél que alguna vez haya sufrido una operación en sus carnes o en las de alguien cercano (y no necesariamente para mejorar su imagen), conoce bien la desconfianza a esa gran variable externa que nos da tanto miedo precisamente porque no la podemos controlar: El pulso del cirujano.
Un buen cirujano nos puede salvar; uno malo sin duda nos condenará. Y, una vez más, con la publicidad ocurre igual.
Nosotros lo haremos lo mejor que esté en nuestras manos, pero eso sí: te advertimos de que no siempre te agradaremos. En ocasiones seremos creativos, divertidos incluso. Te contaremos historias y comentaremos anuncios particularmente graciosos. También curiosidades cotidianas. No obstante, también las habrá en que seamos críticos e hirientes; pues un bisturí, como una pluma, puede emplearse tanto para crear como para destruir. Y no se puede contentar a todo el mundo.
Pero pasa, pasa a nuestra sala. Ponte cómodo. Los bisturís ya están a punto. Observa sus amenazadores destellos mientras la anestesia hace efecto. Cierra los ojos, y cuando vuelvas a abrirlos, serás una persona nueva. Y tranquilo. Nuestro pulso no fallará. Esperemos.